Sorprèn que la dreta, que tan s’omple la boca de la paraula ‘llibertat’ i que sempre es mostra contrària a la regulació excessiva, tingui com a única política respecte de la mobilitat sostenible el restringir-la.
Segons hem pogut llegir a La Vanguardia, aquest és el pla de l’ajuntament de BCN: “El Ayuntamiento está decidido a poner orden en el sector y las calles. Los incidentes ya llamaron la atención de la Guardia Urbana la pasada temporada, y los mandos no están dispuestos a dejar que continúen creciendo como lo están haciendo esta primavera. Aún estamos en el periodo de advertencia municipal. Pero este verano pueden llover las multas, tanto a los arrendadores como a los arrendatarios”.
Enlloc no s’explica quins són els incidents a què es refereix el paràgraf, però us oferim un resum del text on podreu comprovar el to, entre la ironia i l’escarni, que utilitza aquest diari, tan procliu a culpabilitzar sempre els ciclistes, per tractar el tema.
Turistes en bici a Berlin. Allà la policia no esl persegueix |
Bicicletas de todos colores, tándems y patinetes... Y trixis, rickshaw y coches eléctricos... Con la primavera arranca la temporada de los pedales y las ruedas, y Barcelona ofrece mil y una manera de recorrer sus calles solo o en compañía: segways, twisters y karts de tracción humana para cuatro personas. Desde hace años, la lista de cacharros no cesa de crecer. Hasta donde alcanzan la imaginación y los gemelos. Uno puede estos días hasta tomarse el aperitivo en un bicibar. Son modos de conocer y reconocer la ciudad.
El turismo y el ocio es uno de los pocos sectores en alza por estas latitudes en tiempos de estrecheces. En su momento el bicing amenazó con llevarlas a la cuerda floja. Pero la crisis económica y el ingenio han multiplicado el número de empresas de alquiler de todo tipo de vehículos diseñados para el esparcimiento, sobre todo bicicletas. Además, el bicing, si bien es la mar de juvenil, resulta poco familiar.
Las excursiones guiadas son el principal producto de estas empresas en expansión. El visitante con chanclas no es su único cliente. En estos tiempos en los que todos tratan de rescatar alicientes que antaño no llamaban su atención, no es raro que una familia de la Sagrera se aventure por el Gòtic con la alegría con la que años atrás pedaleaba por Amsterdam. No es un dispendio exagerado. Una excursión de tres horas ronda los veinte euros por persona. Y la gente se ríe mucho, les hace gracia verse pedaleando en formación bandada de patos por las nuevas calles del 22@.
La factura final depende de si uno se conforma con terminar el sarao con un refresco o una cena en el Born. Cumpleaños, fiestas familiares, despedidas de soltera que no implican emborracharse con una diadema con forma fálica en la cabeza. Además, los tours temáticos en grupo son un incentivo laboral de moda, un regalo para los trabajadores o los participantes de un simposio profesional. Entonces el pelotón puede alcanzar los doscientos corredores. Si el operador trabaja con mínimos de calidad, los dividirá en grupos de hasta veinte.
Pero no todas las empresas funcionan con el mismo grado de profesionalidad. Algunas están convirtiendo el paseo por el Gòtic en una arriesgada carrera de obstáculos. Algunas dejan a los guiris a su suerte y desorientación por las calles más angostas de Ciutat Vella, por calles por donde por estas fechas ya es complicado hasta caminar. Más de un moratón da fe de ello. Y es que este lado de la Rambla es la ruta más solicitada. Más que las del Park Güell, las de la Sagrada Família, las flamencas...
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